A veces, la historia de un taller, de una oficina, de un espacio de trabajo es lo que nos permite reaccionar y crear ambitos y momentos en los que el desarrollo técnico, profesional y personal se vuelven parte de un futuro que uno debe forjar.
Creo que Febrero ha sido una fruta en un bodegón: hay luces y matices que nos descifran su estado, pero nunca nos cuentas las verdaderas historias que hay detrás de todo.
Quisiera haber vivido en la época de Boticelli.
Wednesday, February 17, 2010
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