Los espíritus de la tradición no son más que el link de lo que nos hace ser represivos.
No hay que ser revoltosos, hay que pensar el actuar para que el cometido tenga sentido.
Las caminatas al fin del día, son como esa sensación de meter la mano en un costal lleno de frijoles, de canicas, de croquetas, de arroz... de lo que sea. Esas pequeñeces son lo que nos permite usar los sentidos.
Me bañaré con la luz apagada,
encenderé una vela para secarme mientras veo por el espejo,
aquellas gotas que recorren mi espalda y resbalan por mi tatuaje...
miraré de reojo con las grandes sombras iluminadas por los destellos rojos de la pared del baño...
miraré nuevamente las gotas que ahora están por mi cadera...
cerraré nuevamente los ojos,
e imaginaré la curva que hace aquella gota perdida que ha llegado a mi glúteo derecho
y ahí,
sin más desaparece.
Sí, ésta tarde mi baño de tina espera por una velada de luz de velas y las gotas recoriendo mi cuerpo.
No hay más,
mi cuerpo en la oscuridad...
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